Cada vez más las educadoras comunitarias en las diferentes comunidades asumen su tarea con mayor responsabilidad y compromiso, manteniéndose también el número de niños y niñas asistentes estable a lo largo del tiempo.
Durante las visitas de sorpresa, el equipo ha podido verificar que las educadoras comunitarias están cumpliendo con los horarios y días concordados, y se preocupan por conseguir alguien quien les pueda remplazar en caso de presentarse un asunto de fuerza mayor. Incluso a veces es el marido quien remplaza a su esposa como por ejemplo en el caso de Kewiñal - y lo hace con entusiasmo, indicando que su esposa aplica lo aprendido también en casa con los hijos e hijas, lo que les ayuda mucho.
Además, como las visitas de sorpresa también tienen como propósito coordinar y asesorar a las educadoras, el equipo ha podido constatar que las educadoras cada vez están más seguras en sus actividades, y poco a poco van superando sus limitaciones (más que todo por su escasa formación escolar y por su timidez).
Creemos que estos resultados positivos en parte también se deben a la presencia periódica del equipo en campo, donde las facilitadoras de la institución comparten la vida diarias de las educadoras comunitarias, adaptándose sin problema a las condiciones precarias en las comunidades.